Miles de trucamos lo cruzan diariamente para acceder a San Miguel de Tucumán; y otros tantos lo hacen en sentido inverso para llegar a muchas localidades del este provincial, además de aquellos que quieren viajar hacia otros destinos del país. La obra de hormigón armado, que se inauguró en diciembre de 1931, permite vadear el río salí desde hace más de 90 años. Es el reconocido puente Lucas Córdoba, nombre que no llevaba originalmente. La idea de la construcción nació del entonces senador nacional Ramón Paz pos y esa fue su denominación hasta que el interventor de 1943, Alberto Baldrich, lo cambió por la actual nominación.
Sin embargo, llegar a la inauguración tuvo una serie de inconvenientes y retrasos. Las obras comenzaron en marzo de 1929: era presidente de la Nación Hipólito Yrigoyen y el gobernador de la provincia era José Sortheix. Un año y medio después ambos fueron derrocados, pero las obras siguieron con algunos retrasos bajo la intervención de Ramón Castillo, que ejercería la presidencia del país unos años después, en reemplazo de Roberto Ortiz.
Interrupciones
LA GACETA, que anunciaba la inauguración, expresaba respecto de los trabajo que “su duración ha sido, pues de más de dos años. Pero las obras insumieron menor tiempo. Hubo interrupciones prolongadas, unas por lluvias y crecientes, otras por falta de material y algunas por otras causas que no hay necesidad de analizar”. Pero vale la pena reparar en la interrupción ocurrida en agosto de 1931, por la falta de cemento. En este sentido, y bajo el título “Las gestiones de la intervención, fueron bien recibidas”, informaba sobre el telegrama “enviado al director de Puentes y Caminos, ingeniero Santangelo, interesándolo por lo relativo al puente sobre el río Salí“. Las escuetas líneas expresaban que “en conocimiento de la paralización del puente sobre el río Salí frente a esta ciudad por falta de portland (cemento), ruégole su valiosa intervención para proveer urgentemente dicho material a los contratistas. Resúltame innecesario justificar este pedido dada la importancia y necesidad de la obra”.
Santangelo contestó que comprendía la perentoriedad del pedido y respondió que “se gestiona de la superioridad autorice a la Administración de los FF.CC del Estado a ceder en préstamo el cemento disponible en los talleres de Tafí Viejo hasta la aprobación del contrato con la casa proveedora”.
En otro artículo, “Los FF.CC. del Estado darán el portland”, reconoce las negociaciones del interventor para “promover la continuación del puente carretero, cuyas obras se hallan paralizadas desde hace días por falta de portland, material que, según ya informamos, debe entregar la Nación a la empresa constructora y que importa alrededor de $ 10.000”. Luego rescata que “la medida se imponía en razón de que sólo queda escaso tiempo para terminar la construcción, en lo que debe emplearse, según cálculos técnicos, alrededor de 45 días y si no se aprovecha el buen tiempo, se corre el riesgo de que se venga encima el período de lluvias y tratándose de trabajos que deben ejecutarse a la intemperie y en el lecho del río, sería imposible proseguirlos, por lo que deberían paralizarse hasta el año entrante, o sea hasta la nueva época propicia del invierno”. Esto no ocurrió porque los trabajos fueron concluidos y la obra entregada unos tres meses después.
Siguen los trabajos
El relato expresa que si no se continuaba con las obras “habría que construir un puente provisorio en la parte no concluida, con las consiguientes molestias para el tráfico que es de alrededor de 1.300 vehículos diarios. La obra tiene 420 metros de luz y falta terminar sólo cinco tramos de 20 metros cada uno, o sea un largo total de 100 metros”.
En la memoria técnica se expresaba que tenía dos veredas de dos metros a cada costado. Además se anunciaba que en la calzada estaba prevista una doble línea de tranvía, “aunque dadas las características del tráfico que predomina en nuestros días se prevé que no habrá necesidad de habilitar ni ahora ni más adelante, ese servicio”. El puente fue proyectado por las oficinas técnicas del Ministerio de Obras Públicas de la Nación. Sobre la obra se decía: “destaca sus líneas elegantes en una gran extensión y cubre de orilla a orilla el ancho del río”.
Los constructores del puente fueron Garbarini, Meuer y Gorostiaga, que entregaron la obra en diciembre de 1931 a las autoridades nacionales encabezadas por el ingeniero Amado Juárez.
El viejo puente
Nuestro diario, allá por enero de 1930, mostraba al mismo tiempo el viejo puente de madera que ya tenía medio siglo de vida con las primeras estructuras de hormigón armado que iban a soportar la gran bandeja que se convertiría en el puente que actualmente conocemos. En aquel entonces la crónica señalaba: “el viejo puente sobre el río Salí ,que ha soportado durante más de medio siglo el tráfico intenso de los vehículos que comunican a nuestra ciudad con Cruz Alta, contempla en la actualidad el hundimiento de los pilares del gran puente de cemento armado que se levantará en su reemplazo. Los trabajos en ejecución, que erogarán más de un millón y medio de pesos, llaman poderosamente la atención a todos cuantos cruzan el viejo puente de madera, a punto de ser jubilado”. En 1871, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, la Oficina Nacional de Ingenieros encargó estudios a los técnicos franceses Julio Delacroix y Luis Dode para la construcción de un puente de madera -de quebracho colorado-. Como sigue sucediendo en la actualidad, el caudaloso Salí se llevó la obra, y desde entonces hubo sucesivas intervenciones en 1879 y en 1900. En 1912, el Senado aprobó, por iniciativa de Alberto León de Soldati, la construcción de un puente metálico, pero el proyecto no prosperó. Cabe recordar que el punte de El Timbó, una alternativa de cruce, se inauguró en 1930.
Inundación
En marzo de 1921 una inundación de proporciones que afectó a gran parte de la provincia y el río Salí subió hasta niveles extraordinarios que afectaron al puente.
En el relato de la época, el río Salí se volvió protagonista como lo hace en la mayoría de las oportunidades que llueve intensamente. La noticia aparecida el martes 22 de marzo de 1923 indicaba: “el domingo a causa de la copiosa lluvia de los dos días anteriores, adquirió el río Salí, exiguo casi siempre, tal ímpetu, que fue necesaria la concurrencia del cuerpo de bomberos para reforzar con ramaje los puntales del puente y aminorar así la fuerza de la correntada, con el objeto de evitar que las aguas lo arrastren”. La historia continuaba así: “aún ayer se temía tal percance cuyas consecuencias serían graves, dado que interrumpiría por completo el numeroso tráfico que usa el puente”. Allí mismo se anunciaba una baja en los niveles de agua con la consiguiente reducción de la presión sobre la estructura de madera. En este punto debemos recordar que el cruce del río se hacía por un puente de madera que brindaba servicio desde hacía varias decenas de años.
Allí mismo se anunciaba una baja en los niveles de agua con la consiguiente reducción de la presión sobre la estructura de madera. En este punto debemos recordar que el cruce del río se hacía por un puente de madera que brindaba servicio desde hacía varias decenas de años.
El Lucas Córdoba de cemento armado se inauguró en diciembre de 1931 y sigue en servicio